Dejó su vida noble por la Compañía de Jesús, viviendo entre la caridad y el estudio, muriendo de peste por servir a los enfermos.
San Luis Gonzaga (1568-1591), renunció a una vida privilegiada y a una herencia principesca para vivir como religioso. Hijo mayor del Marqués de Castiglione, a los nueve años fue enviado a la corte de los Medici en Florencia, pero se retiró y se dedicó a la piedad, rezando los Salmos y asistiendo a misa diaria.
En 1582, Luis acompañó a María de Austria a Madrid y se convirtió en paje del duque de Asturias, siendo nombrado caballero de la Orden de Santiago. Sin embargo, su deseo de convertirse en jesuita creció. En 1583, decidió firmemente seguir este camino y, tras la resistencia inicial de su padre, renunció a su herencia en 1585 y se unió al noviciado jesuita de Sant’Andrea en Roma.
Durante su formación demostró una madurez notable y una profunda devoción. En 1589, mediando conflictos familiares en Castiglione, regresó a Roma. La peste y el hambre golpearon Italia en 1591, dedicándose Gonzaga al cuidado de los enfermos, contrayendo incluso él mismo la peste.
Murió a los 23 años, el 21 de junio de 1591. Su muerte a causa de la peste es la culminación de su amor y servicio a los enfermos. Su cuerpo se encuentra en la iglesia de San Ignacio en Roma. Fue beatificado el 19 de octubre de 1605 por el papa Pablo V y canonizado el 13 de diciembre de 1726 por Benedicto XIII. Este mismo pontífice lo declaró patrono de la juventud, título que fue confirmado por Pío XI el 13 de junio de 1926.