Sábado 7 de septiembre: Santa Regina fue una pastora adolescente martirizada en el siglo III por negarse a renunciar a su fe cristiana.
Santa Regina nació en el siglo III en Alesia, Francia, donde su madre falleció al darle a luz. Criada por su padre, un pagano prominente, fue confiada al cuidado de una criada cristiana, quien la bautizó en secreto. Con el tiempo, su fervor por la fe creció, lo que preocupó a su padre. Al descubrir su bautismo, la repudió y expulsó de su hogar.
Regina se mudó con su criada y, debido a la pobreza, trabajaba cuidando ovejas. Durante ese tiempo, su devoción religiosa se profundizó. A los 15 años, el prefecto de la Galia, Olibrio, se obsesionó con ella y quiso desposarla, pero al descubrir su fe cristiana, intentó persuadirla para que renunciara a sus creencias. Regina se negó a rechazar su fe y también a casarse con él. Enfurecido, Olibrio la encarceló, esperando que cambiara de opinión.
Durante su encarcelamiento, Regina reafirmó su fe, negándose a adorar ídolos, lo que llevó a Olibrio a ordenar su tortura. Fue sometida a crueles castigos, pero su devoción se mantuvo inquebrantable. Finalmente, fue decapitada, y su martirio convirtió a muchos testigos que presenciaron una paloma volando sobre su cabeza durante sus tormentos.
Las reliquias de Santa Regina se trasladaron a la abadía de Flavigny en 864, donde han sido fuente de numerosos milagros.
Fuente: Píldoras de Fe.
Imagen: Fragmento de «Santa Regina», vitral de la Basílica de Ars, Francia.