Jueves 4 de julio: Santa Isabel de Portugal trabajó por los pobres pese a los abusos del rey Dionisio. Evitó muchos derramamientos de sangre.
Santa Isabel de Portugal, también conocida como Isabel de Aragón, es una de las figuras históricas más admiradas por su fe y vocación pacificadora. Nacida en 1271, fue hija del Rey Pedro III de Aragón y Constanza, bisnieta del emperador Federico II y sobrina nieta de Santa Isabel de Hungría, de quien heredó su nombre y devoción religiosa.
Desde temprana edad, Isabel mostró una gran piedad y dedicación a la oración. A los doce años, fue casada con el Rey Dionisio I de Portugal, convirtiéndose en reina antes de alcanzar la adolescencia. Su matrimonio estuvo marcado por los constantes abusos y adulterios del monarca, pero ella respondió con oraciones, dedicándose al cuidado de los pobres y enfermos.
En 1323, cuando su hijo Alfonso se rebeló contra su padre debido a los favores otorgados a sus hijos ilegítimos, Isabel intervino en el campo de batalla y logró reconciliar a ambos, evitando un derramamiento de sangre. Este acto le valió el reconocimiento como patrona de la paz.
Tras la muerte de su esposo en 1325, Isabel distribuyó sus bienes entre los pobres, ingresó como terciaria franciscana y se retiró al monasterio de las Clarisas Pobres en Coimbra. En 1336, a pesar de su frágil salud, intervino nuevamente para evitar una guerra entre su hijo, el Rey Alfonso IV, y su yerno, el Rey de Castilla. Falleció el 4 de julio de 1336 en Estremoz y fue enterrada en Coimbra, donde su cuerpo fue hallado incorrupto en 1612. Su canonización fue proclamada el 24 de junio de 1625 por el Papa Urbano VIII.
La historia de Santa Isabel de Portugal resalta la importancia de las reinas santas en la tradición cristiana, como Clotilde, Matilde de Alemania y Eleonora de Inglaterra.
