Miércoles 29 de enero: San Valerio, obispo de Tréveris, figura de la evangelización de Europa durante el Cristianismo Primitivo.
San Valerio de Tréveris, el segundo obispo de una de las ciudades más antiguas de la actual Alemania, es una figura envuelta en misterio y devoción. Según la tradición, habría sido discípulo de San Pedro, e incluso uno de los 72 seguidores de Cristo. La leyenda cuenta que Pedro lo envió a la Galia junto a Eucario y Materno para difundir el Evangelio. Sin embargo, durante el viaje, Materno enfermó y murió. Valerio y Eucario regresaron con Pedro, quien les entregó su báculo y les ordenó resucitar a Materno. Así, con un toque del báculo, Materno volvió a la vida, consolidando el aura milagrosa de esta historia.
Pero más allá de la leyenda, los estudios históricos sugieren que Valerio y sus compañeros llegaron a Tréveris a finales del siglo III, tras las persecuciones más cruentas contra los cristianos. En esta ciudad, se establecieron en la casa de Albana, una viuda que, impresionada por su fe, les permitió convertir su hogar en una iglesia. Tras la muerte de Eucario, Valerio asumió el episcopado, gobernando durante 15 años antes de ser sucedido por Materno, quien fundó los obispados de Colonia y Tongeren.
El báculo de San Pedro, símbolo de autoridad y milagros, fue venerado en Tréveris y Colonia hasta su traslado a Praga en el siglo XIV. Hoy, los restos de Valerio y Eucario descansan en sarcófagos de piedra en la iglesia abacial de San Matías, construidos en el siglo V por el obispo Cirilo.