Lunes 24 de febrero: San Sergio de Cesarea, cristiano del siglo IV que desafió gobernador Sapricio, siendo martirizado por su fe.
San Sergio de Cesarea fue un antiguo magistrado que abandonó su posición para llevar una vida eremítica en el siglo IV. Aunque es una figura poco conocida en la historia del cristianismo, su martirio, ocurrido el 24 de febrero durante el reinado del emperador Diocleciano, se ha preservado gracias a una Passio latina que detalla su trágico destino.
Durante las celebraciones anuales en honor a Júpiter en Cesarea de Capadocia, el gobernador Sapricio ordenó reunir a todos los cristianos de la ciudad en el templo pagano para rendir culto. San Sergio, quien había adoptado una vida de oración y meditación, se presentó ante la multitud. Después ocurrió un hecho sorprendente: los fuegos destinados a los sacrificios se apagaron de manera inesperada.
Ante el asombro de todos, Sergio proclamó que la verdadera causa de este fenómeno no era la ira de los dioses paganos, sino la supremacía del único Dios verdadero. Su declaración provocó su arresto inmediato y una sentencia sumaria de decapitación. Ejecutaron la condena sin demora, y los cristianos rescataron su cuerpo para darle sepultura en casa de una devota mujer. Con el tiempo, trasladaron sus reliquias a la ciudad andaluza de Úbeda, España.
Fuente: Santi e Beati.