Martes 29 de octubre: San Narciso de Jerusalén, obispo. Se le atribuyen milagros como convertir el agua en aceite para iluminar una iglesia.
La vida en Jerusalén durante los siglos II y III no era fácil, pero San Narciso logró vivir más de 100 años; algunos especulan que llegó a los 160. Su vida está rodeada de relatos sobre milagros, siendo el más recordado cuando, al faltar el suministro, transformó agua en aceite para las lámparas de la iglesia en el Sábado Santo.
Narciso se convirtió en obispo de Jerusalén a fines del siglo II y se destacó por su santidad, aunque algunos lo consideraban severo en la disciplina eclesiástica. Fue acusado falsamente de un crimen grave, lo cual lo llevó a retirarse a una vida de soledad.
Su desaparición fue tan repentina que muchos pensaron que había muerto. Tras varios años, regresó y, aunque ya era anciano, fue persuadido para retomar su cargo, ayudado por un obispo más joven hasta su fallecimiento.
Fuente: Franciscan Media.
Imagen: Fragmento del vitral «San Narciso de Jerusalén», en la Iglesia de San Bartolomé en Bénévent-l’Abbaye, departamento Creuse, Nueva Aquitania, Francia.
