Jueves 17 de octubre: Ignacio de Antioquía, sucesor de Pedro, defendió la humanidad y divinidad de Cristo y promovió la unidad de la Iglesia.
San Ignacio fue un importante sucesor de San Pedro en la sede de Antioquía, aunque los testimonios varían sobre si fue el segundo o tercer sucesor. Discípulo del apóstol Juan, se destacó como un pastor devoto, preocupado por su rebaño. En su camino hacia Roma, donde sería martirizado por promover el cristianismo, escribió siete cartas a diversas comunidades cristianas.
Estas misivas son de gran valor doctrinal y en ellas se menciona por primera vez la expresión «Iglesia católica«. San Ignacio defendió con firmeza la verdadera humanidad y divinidad de Cristo, combatiendo herejías como el docetismo. Además, expuso la doctrina de la Iglesia como Cuerpo de Cristo, destacando la importancia de la unidad a través de una estructura jerárquica, compuesta por obispos, presbíteros y diáconos.
San Ignacio promovió la obediencia a la jerarquía como esencial para la pureza de la conciencia y la celebración de la Eucaristía. Muere aproximadamente en el año 107. Su deseo de martirio reflejaba su imitación a Cristo, convencido de que sólo mediante el sacrificio alcanzaría la verdadera libertad en Él.
Fuente: Primeros Cristianos.
Imagen: «Martirio de Ignacio de Antioquía» (entre 1635-1645), por Cesare Fracanzano.