Martes 28 de enero: Santo Tomás de Aquino, teólogo y Doctor de la Iglesia, defendió la compatibilidad entre la fe y la razón.
Santo Tomás de Aquino, nacido en 1225 en Roccasseca, Italia, fue una figura central en la filosofía y teología cristiana. Fue educado desde los 5 años en el monasterio de Montecassino, donde desarrolló un profundo interés por la verdad y Dios. A los 14 años, se trasladó a Nápoles, donde conoció la obra de Aristóteles y a la Orden de Predicadores, lo que marcó su vida. Ingresó a la Orden Dominicana y estudió en París bajo la tutela de San Alberto Magno, destacándose por su brillantez intelectual.
En 1252 regresó a París como maestro, donde innovó en la enseñanza teológica y filosófica, siendo máximo representante de la escolástica, combinando fe y razón. Su obra más famosa, la Summa Theologiae, es una síntesis sistemática de teología que aborda la existencia de Dios, la ética y la salvación. Santo Tomás defendió la compatibilidad entre la fe y la razón, argumentando que ambas son caminos hacia la verdad. Sus «Cinco Vías» son argumentos filosóficos para demostrar la existencia de Dios, basados en el movimiento, la causalidad, la contingencia, los grados de perfección y la finalidad.
Tras años de intenso trabajo intelectual, en 1273 experimentó una revelación mística que lo llevó a abandonar la escritura. Murió en 1274 camino al Concilio de Lyon. Su legado perdura en la integración del pensamiento aristotélico en la teología cristiana y en su defensa del estudio como forma de acercarse a Dios. Fue canonizado en Avignon el 18 de julio de 1323 por el papa Juan XXII. Fue proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pio V el 11 de abril de 1567.