Justino, filósofo y mártir, defendió y difundió el cristianismo, adaptándolo a la cultura del siglo II en Roma.
Justino, filósofo y mártir, fue el más destacado de los padres apologistas del siglo II. Los apologistas defendían la nueva religión de acusaciones y difundían la doctrina cristiana adaptada a la cultura de su tiempo.
Nacido alrededor del año 100 en la antigua Siquem, Samaria, buscó la verdad en diferentes escuelas filosóficas griegas. Finalmente, se convirtió al cristianismo y fundó una escuela en Roma, donde enseñaba gratuitamente.
En sus obras, «Apologías» y «Diálogo con Trifón», Justino presenta el proyecto divino de la creación y salvación en Jesucristo, el «Logos». Afirma que cada hombre participa del «Logos» y puede vislumbrar la verdad. Justino orientó la verdad filosófica hacia el «Logos», motivando la universalidad del cristianismo.
Fue decapitado junto a otros compañeros mártires en 165 bajo el reinado de Marco Aurelio, por negarse a hacer sacrificios a los dioses romanos. Su crítica a la religión pagana y sus mitos fue implacable, promoviendo la verdad del ser sobre el mito de la costumbre.
Fuente: Intervención del papa Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 21/03/2007.
Imagen: Fragmento de la ilustración «San Justino» (1584), por el fraile André Theveten, publicado en «Retratos y vidas de hombres ilustres»..
