Viernes 21 de marzo: San Nicolás de Flüe. Influyente ermitaño, místico y pacificador suizo. Uno de los santos patronos de la nación helvética.
San Nicolás de Flüe, conocido también como Hermano Klaus (diminutivo de Niklaus), nació en el siglo XV en el pueblo de Flüe, en la región de Obwalden, Suiza. Provenía de una familia de agricultores y, a pesar de ser analfabeto, su influencia en la sociedad suiza trascendió en el tiempo. Durante su juventud, participó como soldado en las guerras que la Confederación Helvética libró contra los Habsburgo, llegando a ser oficial. Tras regresar a casa, se casó con Dorotea y formó una familia numerosa con diez hijos.
Un retiro inesperado
Después de 20 años de vida familiar, Nicolás sintió un fuerte llamado a la contemplación. Con el apoyo de su esposa e hijos, decidió retirarse en 1467 a una vida ermitaña en Ranft, un paraje cercano a su hogar. Allí construyó una humilde celda donde vivió sin ingerir alimentos ni bebidas, lo que despertó la curiosidad de los habitantes de la región.
A pesar de su deseo de soledad, Nicolás se convirtió en una figura de consulta para personas de toda condición. Su sabiduría, basada en la experiencia y la observación, lo convirtió en un referente en la resolución de conflictos.
Mediador y figura clave en Suiza
En 1481, su intervención en la Dieta de Stans evitó una guerra interna, consolidando su papel como pacificador. También fue llamado en 1482 para mediar en una disputa territorial entre Constanza y la Confederación Helvética. Gracias a su influencia, se logró evitar un conflicto mayor.
Nicolás falleció en 1487 a los 70 años, dejando un legado de paz y unidad. Su papel como mediador y su impacto en la historia suiza lo convirtieron en una figura clave de su época. Es uno de los tres santos patronos de Suiza, junto con San Gall y a Nuestra Señora de las Ermitas de Einsiedeln.
Fuente: Vatican News.
Imagen: Fragmento de un cuadro de la serie «El hermano Klaus» (siglo XIX), por Louis Niederberger.