La iglesia de Valparaíso y toda la comunidad de la diócesis, celebró en la Catedral la renovación de las promesas sacerdotales.
Este miércoles, la Iglesia Catedral de Valparaíso fue el escenario de la Misa Crismal. Se trató de un evento solemne que convocó a cientos de fieles para la renovación de promesas sacerdotales.
El Obispo de Valparaíso, monseñor Jorge Vega Velasco, aprovechó la ocasión para hacer un firme llamado a la unidad dentro de la diócesis. En la ocasión instó a los sacerdotes a dejar de lado las diferencias y enfocarse en el servicio a sus comunidades. Resaltó que todos pueden aportar al caminar de sus comunidades.
La misa fue concelebrada por el obispo auxiliar de la diócesis. Monseñor Mario Salas Becerra, destacó la relevancia de este acto litúrgico para el fortalecimiento de la fe en la región.
Además, el padre Winston Hardy, delegado episcopal para el clero diocesano, enfatizó la importancia de valorar la vocación sacerdotal.
El padre Paulo Lizama, director del propedéutico del Pontificio Seminario Mayor San Rafael, compartió su alegría al poder celebrar junto a sus compañeros de ministerio.
Comunidades, familiares y homenajes en la Misa Crismal
Miembros de diversas comunidades también estuvieron presentes, acompañando a sus sacerdotes en este momento significativo. Fue el caso de Juana, del Camino Neocatecumenal de la Parroquia de la Asunción de Peñablanca. La integrante de la comunidad expresó su satisfacción de ser parte de la ceremonia.
Tamara Ulloa, de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes de Miramar, destacó la importancia de esta ocasión para acompañar a sus pastores.
También acudieron familiares de los sacerdotes de nuestra diócesis. Es el caso de Filomena Zúñiga, madre del Padre Raúl Marchant de la Parroquia San Juan Evangelista de Gómez Carreño. La madre del sacerdote no ocultó su emoción por esta eucaristía.
La Misa Crismal también rindió homenaje al Padre Félix Arévalo, quien celebró 70 años en el presbiterio. Además, reconoció a los sacerdotes extranjeros que sirven en la diócesis que cumple 100 años.
Durante la ceremonia, el Obispo consagró el Santo Crisma y bendijo los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Los nuevos óleos son llevados a las iglesias y los viejos se queman o se dejan que ardan en la lámpara del Santísimo.