El Papa Bonifacio IV creó la festividad de Todos los Santos al convertir el Panteón en un templo cristiano en el siglo VII.
El origen de la festividad de Todos los Santos, celebrada cada 1 de noviembre, se remonta a inicios de siglo VII, cuando Bonifacio IV recibió como regalo de Focas, el emperador del Imperio Romano de Oriente, un tesoro de la arquitectura romana: el Panteón, construido por Marco Vipsanio Agrippa hace 600 años. El Papa Bonifacio lo convirtió en un templo cristiano y lo dedicó solemnemente a la Virgen María y a todos los santos mártires, marcando así el inicio de la celebración anual en esa fecha.
Bonifacio provenía de una familia humilde. Después de ser monje benedictino, se convirtió en uno de los colaboradores más cercanos del Papa Gregorio Magno, a quien ayudó durante su pontificado (590-604) en tiempos de crisis para Roma, afectada por inundaciones, sequías y epidemias.
Al ascender como Papa en 608, Bonifacio IV enfrentó disensiones en la Iglesia, problemas litúrgicos y conflictos entre monjes y obispos. Fue invitado por el obispo Mellito de Londres a un concilio en 610, donde recibió documentos conciliares para abordar estos problemas.
Durante su pontificado, Italia estaba dividida entre los lombardos y el Imperio de Oriente, pero ambos dejaban a los italianos afrontar sus problemas debido a las crisis imperiales. Bonifacio IV vivió sus días entre la oración y la penitencia, falleciendo en medio de la crisis oriental. Ocho siglos después, otro Papa, Bonifacio VIII, lo canonizaría, honrando su legado en la Iglesia.
Fuente: Santiebeati.it
