San Rodrigo de Córdoba, sacerdote mártir en la España árabe en el Siglo IX, enfrentó divisiones familiares que acabaron con su vida, defendiendo su fe hasta último momento.
San Rodrigo de Córdoba, sacerdote y mártir cristiano, nació bajo el dominio árabe de Andalucía, con seguridad a inicios del Siglo IX, en un contexto de convivencia entre musulmanes, cristianos y judíos. Su tragedia se tejió en el seno de una familia dividida. Un hermano abrazó el islam, otro el cristianismo, desencadenando tensiones fratricidas.
Rodrigo buscó reconciliarlos, pero al intentar separarlos de una feroz pelea, recibió una brutal golpiza que lo dejó inconsciente. Su hermano musulmán se lo llevó en un carro —parecía muerto—, dando a la gente una explicación falsa: dijo que Rodrigo estaba gravemente enfermo y que, sintiendo la muerte cerca, se convirtió al islam. Sin embargo, una vez recuperado, Rodrigo regresó a Córdoba vestido como sacerdote, desencadenando la furia de su hermano que acabó por denunciarlo por «traición a la fe musulmana».
Ante la autoridad, Rodrigo rechazó renunciar al cristianismo. El juez intentó ayudarlo, sugiriendo incluso una declaración de lealtad al islam que lo liberaría de inmediato, sin pedirle compromisos precisos sobre la práctica de la fe coránica. Pero Rodrigo no aceptó: es cristiano y sigue siendo cristiano. Reacio, pero ante la insistencia del hermano acusador, el juez termina por condenarlo a muerte.
Rodrigo y otro cristiano, Salomón, son degollados y arrojados al río Guadalquivir el 13 de marzo de 857. Sus cuerpos son recuperados y sepultados por los cristianos. Su martirio fue reconocido rápidamente por la devoción popular, proclamándose santos. La festividad se celebra desde 1581 el 13 de marzo, recordando la valentía de Rodrigo ante las tensiones familiares, un ejemplo de fe en medio de la adversidad.
Fuente: Santi e Beati
