Onofre, príncipe abisinio, renunció a su título para vivir 60 años como ermitaño. Los cruzados trajeron su culto a Occidente.
Onofre fue un príncipe abisinio (etíope) educado en el monasterio de Hermópolis, cerca de Alejandría. Renunció a la sucesión principesca para vivir en soledad, pasando 60 años en el desierto cerca de Tebas o en los monasterios rupestres de Göreme en Capadocia, donde fue venerado como maestro de la iglesia local. Durante este tiempo, vivía de raíces y dátiles, «recibiendo la Eucaristía de un ángel todos los domingos».
A finales del siglo IV, el monje Pafnucio lo encontró desnudo y cubierto solo con su larga cabellera canosa. Pafnucio lo acompañó y escuchó la historia de su vida. Le dio la Eucaristía y se quedó con él hasta su muerte. La historia de Onofre, contada por Pafnucio, se difundió ampliamente, siendo traducida a varios idiomas y preservada en diversas culturas.
La veneración de la iglesia copta a Onofre que data de los siglos VI/VII, se extendió por toda la cristiandad. Los cruzados trajeron su culto a Occidente, estableciéndose en varios países europeos. En Roma se le dedicó una iglesia, y su devoción se mantiene viva en muchas comunidades cristianas hasta el día de hoy.
