Catalina de Siena trabajó incansablemente por la unidad de la iglesia. Es venerada por su dedicación a la causa de la paz y los necesitados.
Catalina di Jacopo di Benincasa, nacida en Siena en 1347, vivió una vida de profunda devoción y servicio. Desde temprana edad mostró un fuerte vínculo con la fe. A los seis años, Catalina tuvo una visión de Cristo en el cielo con los apóstoles. Con los años también experimentó visiones muy duras y tentaciones, pero se fortaleció gracias a su fe.
Se unió a las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo (Orden Tercera de los Dominicos), rama laica de la Orden de Predicadores, dedicándose al servicio de los necesitados. Su influencia se extendió más allá de su ciudad natal, abordando problemas sociales y eclesiásticos en toda Europa. Sus 383 cartas dirigidas a figuras eclesiásticas y políticas reflejan su compromiso con la reforma y la reconciliación.
En 1366, en un episodio místico vivido durante el carnaval de Siena, fue desposada con Cristo y recibió un anillo como símbolo de su fe que sólo ella podía ver. Catalina abogó por el regreso de los papas a Roma, lo que consideraba crucial para la unidad de la Iglesia. Intentó persuadir a las ciudades de Pisa y Lucca para que se unieran a una expedición a Tierra Santa, buscando la redención para cristianos y musulmanes por igual.
Después de la muerte del Papa Gregorio XI, su sucesor Urbano VI enfrentó el descontento dentro de la Curia, lo que llevó al inicio de un cisma papal. Trabajó incansablemente por la unidad, incluso visitando Roma por orden del Papa. Catalina visitaba también a los condenados a muerte, buscando su reconciliación con Dios. En una ocasión, acompañó a un joven caballero al cadalso, quien exclamó: «¡Dios y Catalina!»
Mística, estudiosa, política y escritora, su ferviente oración y actividad diplomática la llevaron a ser un faro de esperanza en tiempos tumultuosos. Catalina falleció en Roma en 1380, recordada por su dedicación a la causa de la paz y la reforma. Fue declarada «Doctora de la Iglesia» en 1970 por el Papa Paulo VI.
Fuente: Centro Internazionale di Studi Cateriniani y Santodeldia.net
Imagen: Fragmento de «El éxtasis de Santa Catalina de Siena» (1590), por Agostino Carracci.
