Huérfana adoptada por Mardoqueo, Ester se convirtió en reina de Persia. Con valentía y fe, salvó a su pueblo de un complot.
Ester (del hebreo «estrella») vivió entre los siglos VI y V a.C. Proveniente de Israel, fue una niña huérfana y amable adoptada por su primo Mardoqueo. Los dos fueron deportados a Persia, donde reinaba Asuero. Durante un banquete, el rey ordenó a su esposa Vasti que se mostrara, pero ella se negó. Enfurecido, Asuero la repudió y eligió a Ester como nueva reina, sin saber que era judía.
Mardoqueo, que vivía en la corte, descubrió un complot contra el rey y advirtió a Ester, quien salvó a Asuero. Sin embargo, Amán, un ministro poderoso y malvado, odiaba a Mardoqueo y quería exterminar a todos los judíos. Convenciendo a Asuero de emitir un edicto para su asesinato, Amán planeaba confiscar sus bienes. Mardoqueo imploró a Ester que interviniera. Aunque arriesgaba su vida, Ester, mostrando gran fe y valentía, oró y ayunó durante tres días junto con sus doncellas y otros judíos.
Al tercer día, Ester se presentó ante el rey. Suavizado por su belleza, Asuero le prometió cualquier cosa, incluso la mitad del reino. Ester reveló que era judía y pidió la salvación de su pueblo, acusando a Amán. El rey, comprendiendo su error, perdonó a los judíos, hizo ejecutar a Amán y nombró a Mardoqueo en su lugar. Gracias al coraje de Ester, su pueblo fue salvado. Su historia está detallada en la Biblia, en «El libro de Ester» del Antiguo Testamento.