Viernes 30 de agosto: Santa Rosa de Lima, primera santa nacida en América. Compasiva y generosa, murió a los 31 años en 1617.
Isabel Flores de Oliva, conocida como «Rosa de Santa María«, nació en Lima en 1586. En una sociedad colonial marcada por la desigualdad, sus padres le brindaron una educación humana y religiosa. Lima, con una comunidad pionera en la evangelización, tenía el convento de Santo Domingo, donde los seglares participaban activamente.
Desde joven, Rosa vivió un dilema espiritual: deseaba ser religiosa contemplativa, pero sentía el llamado de servir a Dios desde su hogar. A los 20 años, decidió unirse al movimiento seglar de la Orden de Predicadores, eligiendo la pobreza por la fraternidad universal. Como dominica laica, enseñaba a niños, cultivaba el huerto y cosía, apoyando económicamente a su familia. Llevaba una vida sencilla, pero nunca les faltó lo necesario.
Rosa participaba en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo y construyó una cabaña en su casa para orar y profundizar en su fe. Practicaba la mortificación para fortalecer su espíritu y vivía en constante comunión con Dios, los hombres y la naturaleza. Era comprensiva, perdonaba las ofensas, ayudaba a los enfermos y se esforzaba en la misericordia.
Deseó ser misionera, pero no pudo salir de Lima. Murió a los 31 años en 1617, y su cuerpo se venera en la Basílica de Santo Domingo. Fue canonizada en 1671 por el papa Clemente X y es patrona de América y Filipinas.
Fuente: Dominicos.org.
Imagen: Fragmento del óleo sobre tela «Los desposorios místicos de Santa Rosa de Lima» (1691), por Nicolás Correa.