Jueves 29 de agosto: La memoria litúrgica del martirio de San Juan Bautista, último profeta y primer apóstol.
La conmemoración de hoy, con orígenes antiguos en la Iglesia latina, se remonta al siglo V en Francia y al siglo VI en Roma. Está vinculada a la dedicación de una iglesia en Sebaste, Samaria, construida sobre el supuesto sepulcro de San Juan Bautista, el precursor de Cristo. Conocida como «Passio» o «Decollatio», esta festividad ya aparece el 29 de agosto en los antiguos Sacramentarios romanos. Según el Martirologio Romano, esta fecha también conmemora el segundo hallazgo de la cabeza de San Juan, que fue trasladada en esa ocasión a la iglesia de San Silvestro en Campo Marzio, Roma.
Los evangelistas, especialmente San Lucas y San Marcos, nos narran la vida y muerte del Bautista. Juan vivió en el desierto y comenzó su misión alrededor de los años 27-28 d.C., exhortando al pueblo a una sincera conversión para preparar la llegada del Señor. Su predicación franca atrajo al pueblo, pero molestó a los fariseos, a quienes denunció por su hipocresía. Negó ser el Mesías, señalando en cambio la superioridad de Jesús, a quien presentó en el bautismo en el Jordán.
Aunque su figura se desvaneció ante la de Jesús, el Bautista continuó denunciando el mal donde fuera necesario. Su condena pública de la relación ilícita entre Herodes Antipas y Herodías, su cuñada, lo llevó a la prisión. Finalmente, Salomé, hija de Herodías, pidió y obtuvo la cabeza de Juan en una bandeja, sellando el destino de «la voz que clamaba en el desierto». San Juan Bautista, último profeta y primer apóstol, entregó su vida por su misión, siendo venerado como mártir en la Iglesia.
Fuente: Santiebeati .
Imagen: Fragmento de «Decapitación de San Juan Bautista», retablo de San Juan Bautista en la Iglesia de Notre-Dame.