San Augusto Chapdelaine, nacido en 1814, fue mártir en China por su labor misionera. Beatificado en 1900 y canonizado en 2000, su legado inspira la fe.
El 6 de enero de 1814 nació en La Rochelle, Francia, San Augusto Chapdelaine, un sacerdote y mártir cuya vida estuvo marcada por la entrega y la fe. Criado en una familia de agricultores, abandonó la granja tras la muerte de sus hermanos y se dedicó a la carrera eclesiástica, siendo ordenado sacerdote en 1843.
Su anhelo de ser misionero lo llevó al noviciado del Instituto de las Misiones Extranjeras de París en 1851. En abril de 1852, partió hacia la misión china del Guangxi, estableciéndose en 1855, donde rápidamente se dedicó al apostolado, convirtiendo a cerca de doscientos neófitos.
Sin embargo, su labor despertó la hostilidad de algunos, siendo denunciado y acusado de incitar disturbios, Chapdelaine fue arrestado, interrogado y torturado. Condenado a morir, el 29 de febrero de 1856 fue decapitado, convirtiéndose así en mártir.
La historia de la evangelización en China está marcada por numerosos mártires, como Chapdelaine, quienes enfrentaron persecuciones desencadenadas por diferentes motivos a lo largo de los siglos. Su valentía y sacrificio han dejado una huella imborrable en la historia de la Iglesia.
Beatificado por el papa León XIII en 1900 y canonizado por Juan Pablo II el 1 de octubre de 2000, San Augusto Chapdelaine es un ejemplo de dedicación y amor por la fe cristiana.
Fuente: santiebeati.it