Los relatos dicen que la Virgen se le apareció a San Simón, y trajo consigo el escapulario, símbolo de los carmelitas.
Simón Stock fue un Prior General inglés, venerado por su santidad y fallecido hacia 1265 en Burdeos, Francia. Después de su muerte, los peregrinos que visitaban su tumba contaban sus milagros, iniciando así un culto local en el siglo XIV.
En el siglo XV, en los Países Bajos, surgió una leyenda sobre un «San Simón» que tuvo una visión de la Virgen, en la cual ella apareció con el escapulario prometiéndole: «Este es un privilegio para ti y para los tuyos: el que muera vistiéndolo se salvará«. El escapulario ha quedado como un símbolo de protección materna de María y del compromiso de seguir a Jesucristo, modelos perfectos para todos los discípulos de la Orden de los Carmelitas a la Simón pertenecía.
Rápidamente, las dos narraciones se unieron. La historia fue enriquecida con detalles sobre su vida, como su nacimiento en Kent, Inglaterra, que vivió en el tronco hueco de un árbol a los doce años, o la composición del Flos Carmeli, un himno carmelita que ya era conocido en el siglo XIV.
El culto a San Simón Stock y la devoción al escapulario se difundieron rápidamente durante los siglos XV y XVI y numerosos fieles se inscribieron en la cofradía del escapulario. A lo largo de los siglos, pintores de todo el mundo han plasmado la historia de la visión del escapulario en obras de arte que se encuentran en iglesias carmelitas de todo el mundo.
Fuente: Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.
Imagen: Fragmento de «La Virgen del Carmen imponiendo el escapulario a san Simón Stock« (1697), por Gabriel Antonio Corvoysier.
