Viernes 19 de julio: San Arsenio, monje anacoreta del siglo IV y V, célebre por su sabiduría y virtud, fue uno de los «Padres del Desierto».
San Arsenio, monje anacoreta del siglo IV y V, célebre por su sabiduría y virtud. Se le considera uno de los «Padres del Desierto«, monjes que, tras la paz constantiniana, se retiraron al desierto para vivir en oración y ascetismo.
Arsenio era conocido por su don para aconsejar espiritualmente, razón por la que personas de todas partes viajaban semanas o meses para recibir su guía. En vida fue llamado «el Grande«.
Nacido en Roma alrededor del 350, posiblemente de familia noble, Arsenio recibió una buena educación. En 383, el emperador Teodosio I lo llamó para ser preceptor de sus hijos, Arcadio y Honorio, siguiendo el consejo del Papa San Dámaso I.
A los 40 años, tras una crisis espiritual, Arsenio sintió que Dios le pedía un cambio radical: «Apártate del trato con la gente y ve a la soledad». Abandonó Constantinopla y se dirigió a Alejandría, llegando al desierto de Scetis. En el monasterio, el abad sometió a Arsenio a un régimen exigente para probar su vocación. La primera noche, el abad tiró su comida al suelo y le dijo: «¡come!». Arsenio agradeció y recogió su comida humildemente, impresionando a todos.
Arsenio demostró estar apto para la vida monástica. Era conocido por su penitencia, oración nocturna, ayuno y trabajo manual. Escribía “sentencias” aleccionadoras para ayudar a sus hermanos. Un senador romano le había dejado en herencia una gran fortuna, pero él la rechazó: «Antes de que él muriera en su cuerpo, yo morí en mis ambiciones y avaricias».
San Arsenio falleció en Troe, Egipto, en 445.