Jueves 1.º de agosto: Alfonso fue un joven y prodigioso abogado que dejó la vida laica para servir a Dios. Fundador de los Redentoristas.
Nacido en la nobleza el 27 de septiembre de 1696, Alfonso fue un niño prodigio que recibió su doctorado en derecho de la Universidad de Nápoles a los 16 años. A los 21, ya tenía su propia práctica legal, convirtiéndose en uno de los principales abogados de Nápoles. Sin embargo, nunca asistía a la corte sin haber ido a misa antes.
Amante de la música, tocaba el clavecín y frecuentaba la ópera, aunque a menudo escuchaba sin prestar atención a la puesta en escena. A medida que maduraba y conocía más el mundo, cada vez le gustaba menos, y finalmente sintió el llamado a la vida religiosa. Rechazó un matrimonio concertado, estudió teología y fue ordenado a los 29 años.
Se destacó como predicador en Nápoles por su estilo simple y su manera comprensiva en el confesionario. Escribió sobre ascetismo, teología e historia. Fundó la orden de las Redentoristas 1730 y la Congregación del Santísimo Redentor en 1732. En 1762, fue nombrado obispo de Sant’Agata de’ Goti (Santa Águeda de los Godos), trabajando para reformar el clero y revitalizar la fe en una diócesis de mala reputación. Sin embargo, debido a su reumatismo severo, renunció en 1775, esperando retirarse en oración.
En 1777, el gobierno real amenazó con disolver su congregación, alegando que continuaban la labor de los jesuitas, suprimidos en 1773. Alfonso, con su conocimiento en teología y derecho, defendió a los Redentoristas y logró el visto bueno del rey. Sin embargo, casi ciego, fue engañado para aprobar una nueva Regla para la Congregación que complacía al gobierno anticlerical.
El Papa Pío VI la condenó, destituyendo a Alfonso como líder de la Orden. Esto le causó una crisis de fe que le llevó años superar, pero al momento de su muerte el 1 de agosto de 1787, había recuperado la paz. Alfonso prometió no desperdiciar un momento de su vida y vivió así por más de 90 años. Fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX en 1871. Alfonso fue beatificado en 1816 por el Papa Pío VII y canonizado el 26 de mayo de 1839 por el Papa Gregorio XVI.