En Domingo de Ramos, el sexto de Cuaresma, recordamos y celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén marca un momento significativo en la historia cristiana. Acompañado por una multitud que lo recibió como rey, montando un burro y siendo aclamado con ramas de palma y gritos de «¡Hosanna!», Jesús entró en la ciudad santa.
Este evento nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia relación con Cristo. ¿Estamos dispuestos a seguirlo no sólo en sus momentos de gloria, sino también en sus momentos de dolor y sufrimiento? ¿Estamos preparados para proclamarlo como el Rey de nuestras vidas y seguirlo con fidelidad, incluso cuando el camino se vuelve difícil?
La entrada triunfal nos insta a comprometernos profundamente con Cristo. Es un llamado a seguir su ejemplo de amor, sacrificio y servicio, y a proclamarlo como nuestro Señor y Salvador en todas las áreas de nuestras vidas.
Así que, en este día especial, recordemos la importancia de proclamar a Jesús como nuestro Rey y Señor. Que nuestras palabras y acciones reflejen nuestro deseo sincero de seguirlo en cada aspecto de nuestras vidas, y que su reinado se establezca en nuestros corazones, nuestras familias y en todo el mundo. Que Jesús sea siempre nuestro amigo y guía, en los momentos de alegría y de dificultad.
