La Cuaresma, 40 días desde el Miércoles de Ceniza (14 de febrero) hasta el Domingo de Ramos (24 de marzo), simboliza la prueba de Jesús en el desierto antes de su misión pública.
La Cuaresma, un periodo litúrgico de 40 días, inicia el Miércoles de Ceniza (14 de febrero) y concluye el Domingo de Ramos (24 de marzo). Este tiempo simboliza la prueba de Jesús en el desierto antes de su misión pública. Más que un simple ritual, la Cuaresma es una oportunidad para la preparación espiritual hacia la celebración central de la fe cristiana: la muerte y resurrección de Jesucristo.
Durante la Cuaresma, los creyentes son llamados a ingresar al desierto, encontrando al Maestro en la Palabra, los sacramentos, la penitencia y, sobre todo, en la caridad hacia los necesitados. Desde el siglo II, la Iglesia ha observado un tiempo de preparación para la Pascua, inicialmente centrado en el ayuno. Inspirada en los 40 días de Jesús en el desierto, esta práctica evolucionó al formato actual en el siglo IV, con la exclusión de los domingos.
La Cuaresma busca la preparación espiritual de la comunidad cristiana para la Pascua, los ritos bautismales y la penitencia canónica. Los fieles experimentan una renovación espiritual intensa, enfocada en oración, caridad y ayuno. Acompañan a aquellos que se preparan para el Bautismo, y la penitencia canónica, vinculada al Jueves Santo, se manifiesta en la imposición de cenizas como símbolo de la conversión individual y colectiva.
Estas cenizas son un recordatorio visible de la Iglesia que avanza hacia la Salvación y la vida eterna, renovando su compromiso con el Señor. La Cuaresma es más que una tradición; es un período de reflexión, sacrificio y conexión más profunda con la fe cristiana, guiando a los creyentes hacia el significado más profundo de la muerte y resurrección de Jesucristo.