Martes 2 de julio. Bernardino Realino (1530-1616) renunció a una carrera de abogado para ser sacerdote jesuita, dedicándose 42 años al servicio.
Bernardino Realino (1530-1616) dedicó casi toda su vida a la Compañía de Jesús como humilde cura párroco, tras renunciar a una brillante carrera como abogado. Nacido cerca de Módena en Italia el 1 de diciembre de 1530, comenzó estudios de filosofía y medicina, pero optó por la abogacía buscando mayor promoción personal y riqueza. A los 26 años, gracias a sus conexiones familiares, fue nombrado alcalde de Felizzano, actuando también como juez, y luego alcalde de Castelleone.
Aunque exitoso, Realino comenzó a dar su dinero a los pobres, encontrando poco atractivo en los honores humanos. En 1564, inspirado por un sermón jesuita, decidió ingresar a la Compañía de Jesús, iniciando su noviciado el 13 de octubre de 1564. Inicialmente deseaba ser hermano, pero fue ordenado sacerdote el 24 de mayo de 1567, apenas siete meses después de sus primeros votos. Realino fue nombrado maestro de novicios en Nápoles y comenzó su trabajo pastoral, que incluyó predicación, enseñanza del catecismo, y visita a esclavos en galeras.
En 1574, fue enviado a Lecce, donde trabajó durante 42 años en actividades pastorales: predicación, confesiones, dirección espiritual y visitas a enfermos y presos. A pesar de varios intentos de traslado a Nápoles o Roma, siempre surgían obstáculos misteriosos que lo retenían en Lecce. En 1583, fundó una congregación para sacerdotes diocesanos, mejorando su teología moral y calidad como confesores. Al caer enfermo en junio de 1616, las autoridades de Lecce lo nombraron su patrón celestial, gesto que él aceptó con señales, consolidando su legado de dedicación y servicio.
